martes, 31 de mayo de 2016

Contigo.

Te tomo de tu cintura, atraído hacía tu cuerpo,
acercándome para darte ése beso incitador,
explorador...

Me muevo, mientras con tu mano acaricias mi espalda
sugestivamente, apretándome más, para sentir mi firmeza entre
tus delicadas piernas.

No te suelto, te conduzco lentamente hacía mi enorme lecho,
en donde te dejo caer
quitando las pocas prendas que aún posees.

Tus manos temblorosas comienzan a desabrochar mi camisa,
con mis labios voy dejando besos sobre pedidos
tu rostro queda desnudo a mi vista.

Llegas a mi cinturón, liberándolo, bajas mi cremallera,
despojándome del pantalón, haciendo lo mismo.
quitando lo único que me quedaba y nos separaba.

Me tiras sobre mi cama, exploras a lo largo y ancho todo mi ser,
mientras sudo, gimo y bufo de tanto placer...
tú, solo cierras los ojos.

Invierto la posición, con gesto triunfante te poseo
llevándote hasta la cima en donde lloras
de felicidad... desbordante.

Sudados regresamos a la realidad, mis ojos
llenos de lágrimas, te digo lo mas tierno que puedo
"nunca había sentido tanto... amor, como lo que siento... contigo.

Nos despedimos y le damos una sonrisa a nuestra realidad.

martes, 17 de mayo de 2016

Deshecho.

Cuando se despertó, se fijo que no estaba a su lado, miró el reloj y todavía tenía tiempo para hacer unas cosas en su casa antes de partir a su trabajo. Partiendo hacía su ducha se percato que ella se estaba duchando, no tenía ganas de hablar con ella, solo deseaba que se fuera de su apartamento.


- ¿Ya te vas? - dijo él viendo que Jazmín que salía de la ducha.
- Quería saber si podías tomarte el día y pasarla juntos - respondió ella quitándose la bata y quedando desnuda frente a él. 
- No quiero y no puedo tengo un compromiso - Dándole la espalda para buscar una camisa. - Te llamaré un taxi para que venga por ti.
- ¡Eres un patán! - Decía Jazmín mientras lo seguía desnuda a donde él iba.
- Soy lo que soy, no me vengas con amores de una noche - Decía ponía su camisa. Con gran desaire Jazmín camino donde estaba su ropa, maldecía el haber estado con él.
- Todo lo que tienes Rául no importa porque eres una mierda por dentro - le gritaba mientras se ponía su ropa - Solamente usas a las mujeres para tu satisfacción y las deshechas a la primera - Se vestía lo mas rápido posible, no quería estar mas tiempo en ese lugar.
- Ok, avísame cuando estés lista para salir - decía sin importarle lo que hablaba de él.
- No te apures conozco la salida - respondió de forma irónica mientras buscaba su bolso.
- Lo dejaste en la sala - Dijo Raúl al sospechar que eso buscaba.

Con el cabello húmedo, medio vestida, salió de su apartamento, azotando la puerta tras de sí. Él solo la seguía con la mirada, solamente una vez trato de detener a alguien y no funciono. Termino de arreglarse, cuando se preparaba su café y veía las noticias tocaron a su puerta.

- Me encanta que siempre tengas preparado el café - Dijo una dama, mientras abrazaba a Raúl.
- Pasa...

martes, 3 de mayo de 2016

Sueño...

- La mesa de siempre por favor Miguel - Dijo Raúl, esperando a que llegará Carolina.
- Señor, su mesa esta ocupada por el gobernador - Respondió Miguel un poco apenado pero sabiendo que si no hacían reservación podría ocurrir esto. - Pero puedo darle otra con una excelente vista - dijo esperando su consentimiento.
- Esta bien, veamos que tal - no del todo contento respondió.

Miguel los acompaño hasta la mesa que daba a la avenida, la vista era como había dicho el gerente, un pequeño parque ocultaba a los comensales de la avenida, pero estos podían ver a los paseantes en sus trayectos. La comida transcurría normal, hasta que Carolina le dijo que se fijara en una pareja que estaban discutiendo casi debajo de una farola. Él, no le dio demasiada importancia, pero se fijaba en todo para saber hasta que punto era cobarde ese tipo que veía. Mientras partía su carne, se fijo como este tipo, le dio un pequeño empujón a la chica hasta dejarla debajo de la farola, ahora si Raúl pudo distinguir el rosto y sin decir nada, salió corriendo. Su sangre le hervía, Carolina solo pudo preguntar algo, obvio sin obtener respuesta. No tardo mas de 1 minuto para llegar a unos cuantos metros, la espalda de este tipo le cubría el rostro a la chica.

- ¡Hey! Déjala en paz - grito Raúl.
- Tú no te metas - volteo aquel cobarde, empujando a Raúl.
- Es una dama - mientras de un golpe en la quijada logro tirar al tipo, Con cierta fuerza tomo del antebrazo a la dama y se retiro con ella, volteando de vez en cuando para saber donde estaba el otro. - ¿Qué haces con él? - pregunto Raúl.
- Él es mi novio y estábamos discutiendo no era nada grave - respondió ella, mientras él la seguía llevando hasta la entrada del restaurante, donde ya los esperaba Miguel con varios guardias para protegerlo.
- No, Agnese, No, eso no es un novio - Él le movía su cabello a un lado donde se le veía un pequeño rasguño en su rostro.
- Nos vamos - Le dijo muy enojado.
- ¡Raúl! ¿A donde vas? - grito Carolina.
- Tú puedes irte en taxi, adiós - regresando con Carolina y dejándole un billete - Yo debo irme - Dándole la espalda y tomando del brazo a Sen, se subieron al auto.

- ¿A donde vamos? - pregunto Agnese viendo que no reconocía.
- A mi casa - secamente respondió él - No te dejaré en tu casa, pues él podría ir a buscarte - volteando de nuevo hacía el camino.
Durante el trayecto no hubo mas conversación él buscaba las palabras precisas para poder decirle lo que sintió al verla en peligro y ella estaba apenada consigo misma, jamás pensó que él estaría cerca. Fue hasta que entraron al departamento que él le ofreció algo de cenar.

- No gracias no tengo hambre - dijo ella.
- Yo si y mucha, no pude ya cenar - mientras sacaba un yogurth y pasaba pegadito a ella, sin dejar de mirarla a los ojos. Se fue a una habitación y regreso con una caja sin decir nada, se la dio a ella. Aquella caja estaba ya un poco empolvada con su mano abrió la pequeña nota que decía "Quédate en mi vida".
- ¿Y esto? - pregunto Agnese.
- Es tuyo o era... no sé, te pertenece - respondió Raúl. Acomodándolo en la mesa de la cocina, abrió la caja, una pijama de seda de dos piezas, unas llaves y dos boletos para Costa Rica, era lo que contenía la caja.
- Si quieres puedes ducharte y mañana te llevo a tu casa - dijo Raul mientras terminaba de comer un emparedado.
- Si, esta bien Raúl - Limpiando una lagrima de su mejilla y se retiro a la habitación. Él solo la seguía con la mirada. Cuando entro a la habitación se derrumbo quedando recargada en la puerta, Raúl por su parte tocaba la puerta con su frente y sus manos la acariciaban pensando en ella. Ambos reaccionaron cuando sonó un celular y él tuvo que irse para contestar.

Agnese encendió el stereo y comenzó a quitarse lentamente su ropa, pensaba en él, entro a la ducha, se mordió el labio, tomo una toalla y salió a buscarlo.

- ¿Me ayudas? No sé como regular la regadera - dijo ella saliendo al balcón donde estaba él.
- Claro, vamos - Raúl la miro de pies a cabeza, la toalla le cubría un poco arriba de la rodilla, mientras iban hacía la ducha, ella tomó con sus dedos los de él. Él al sentir eso, solo cerro sus ojos para controlarse.
- ¿Cómo tomas tu ducha? - pregunto él.
- Como la tomes tú - respondió ella, al oír esto él dudo en voltear y solo trago saliva.
- Listo, ahora a ducharse, tarda... te... lo... que... quie - Raúl no pudo terminar la frase cuando volteo a verla completamente desnuda, la toalla en el piso. - ¿Que haces? - pregunto él.
- No lo arruines - y lo beso, abrazándolo desde el cuello. él la tomo de la cintura, se besaban como si no hubiera mañana y tal vez no habría.

Él empezó a acariciar su cintura, hasta llegar a su rostro y como ambas manos la separo, vio su rostro, sus ojos y su boca y volvió a besarla, sabía que era real, sabía que era ella. Mientras ella, desabotonaba su camisa y su cinturón dejándolo desnudo, ella lo soltó, le tomo su mano y ambos entraron a la ducha y siguieron los besos bajo el agua, ella comenzó a enjabonar su pecho, su vientre y su espalda, hasta llegar a su sexo que hizo que él tuviera un pequeño escalofrió. Siguió por sus nalgas y piernas, dando pequeños besos en su vientre, en sus ingles y volvió a subir besando sus pezones, cuello, con una pequeña sonrisa él la espero para terminar en su boca. Raúl la volteo, dejándola contra la pared, empezando a enjabonarla por la espalda, recorrió su cintura, sus piernas, pasando por su trasero y sus piernas, pasando por su sexo, donde se quedo un momento, acariciando, dejándola como estaba, empezó a enjabonar su vientre y sus senos, acariciaba sus pezones, la limpiaba con mucho amor, enjabonó sus brazos y cuello. Ella no abría sus ojos, quería sentir todo con su piel, Raúl sentía sus pequeñas contracciones cuando pasaba sus manos por su vientre o sus senos. Era ella quien tomaba la iniciativa cuando con sus manos tomo el sexo de Raúl y lo fue llevando al suyo, hasta estar unidos, el poco a poco fue entrando en ella, ella se mordía sus labios a cada centímetro, con sus manos ella misma se acariciaba sus senos, mientras él le mordía su cuello y con su otra mano tomaba sus cabellos, hasta terminar dentro de ella. Agnese y Raúl terminaron de ducharse y así sin secarse se fueron a la habitación, donde volvieron a hacer el amor hasta quedar dormidos.

- Buenos días - Dijo Agnese con un beso en la mejilla
- Buenos días - Respondió él, viendo que se había cubierto solamente con la sabana.
- Pura comida sana tienes en tu cocina, ¿Qué se te antoja desayunar? - pregunto ella.
- Lo que gustes, mientras seas tú - alego él jalándola hacía él, quedando ella debajo de él - ¿Por qué no has usado la pijama? - pregunto besando su cuello y colocando sus brazos por arriba del rostro de ella. - puedes provocar que jamás salgamos de aquí - cuando le besaba su vientre, su pecho y senos.
- No, para tenemos compromisos - respondía Agnese moviéndose de un lado a otro.
- Estas en mi casa, voy a preparar el desayuno - dijo él soltándola y se fue a preparar el desayuno.

martes, 26 de abril de 2016

Capitulo 1... Nuevo comienzo.

No quería abrir los ojos, pensaba que todo lo que había sucedido era un sueño y no quería decepcionarse, no se movía, no se atrevía pero el sonido de un teléfono lo saco del trance, abrió los ojos mas rápido que de costumbre viendo que no era un sueño, el teléfono seguía sonando, levantándose para contestar.

- Buenos días señor, el desayuno ya esta servido - Era tere, que le marcaba con un tono de respeto y cautela.
- Muchas gracias señora en un momento bajo - respondió el muchacho.
- No se preocupe, espere en su habitación, iré por usted para llevarlo donde el señor luzbel lo espera - reitero Tere.
- Esta bien - repuso él.

Corriendo fue a lavarse y peinarse, Tere tardo unos minutos y toco la puerta, no tardo el muchacho en abrir, los ojos de aquella señora se abrieron para volver a ver a aquel joven.

- Sigame por favor - le pidió la señora. 

ambos bajaron y se dirigieron al jardín. El muchacho no dejaba de mirar aquella casa, sus cuadros, las esculturas que tenía y lo grande que le parecía.

- Supongo que Raff será quien le muestre las habitaciones y los usos que tienen - le decía Tere con una sonrisa. Pero él solo afirmaba con su cabeza.

En el jardín ya lo esperaba Luzbel aún no tomaba asiento, hasta que él llego, con un saludo de mano le invito a desayunar.

- Puedes retirarte Tere - dijo el señor, esperando a que la ama de llaves se retirará - Buenos días, hoy comenzará la guía - Luzbel le puso en la mesa un sobre amarillo - Ábrelo es tu primer obsequio - repuso aquel hombre.

Él joven abrió el sobre sacando un acta de nacimiento - ¿Raúl de la Roca? ¿Quien es él? - pregunto viéndolo a los ojos.
- Serás tú, eres tú - con una pequeña sonrisa le respondió - Ahora desayuna, tienes un día largo - y así como si nada se fue - Por cierto Raúl, bienvenido - dijo mientras se retiraba.

El joven desayuno todo lo que había en la mesa, tenía días que no comía tanto, fruta, cereal, huevo, leche, pan... todo probo hasta quedar saciado. Cuando estaba por acabar se acerco tere, para saber si se le ofrecía mas, pero el joven le respondió que no.

- Ahora debe alistarse para seguir su día joven Raúl -  la sonrisa de Tere cada vez era mas cariñosa. El joven espero a Tere para que lo llevará. - por favor joven, usted conoce el camino, Raff ya esta preparando el coche para llevarlo - Cuando dijo eso, el muchacho reacciono y se dirigió a su habitación aun con timidez caminaba hacía allá. 

No tardo en estar listo y salio al garage a esperar a Raff pero este ya estaba listo, Raff lo vio con cierto espanto puesto que el muchacho llevaba la misma ropa con la que había llegado. Diciéndose para si mismo que será todo un espectáculo su día. 

- Le aconsejo joven que vayamos primero a compara ropa que podamos usar hoy - le sugirió mientras salían de la casa - y se vea mas decente - se dijo para él mismo.
- No sé señor - respondió el joven 
- Vayamos primero a Diesel - dijo Raff
- Esta bien - contesto Raúl.

Cuando llegaron todavía la tienda no abría formalmente, Raff, le dijo al joven que esperará que avisaría que entrarían. Raff bajo y hablo con un señor que lo recibió de muy buena manera, tardo unos minutos en regresar.

- Joven Raúl, debemos entrar por la puerta de atrás, deberá entender que con el aspecto que trae no pueden vernos así - dijo Raff.
- Si, como tu digas - Raff volvió a bajar del auto y le abrió la puerta.

Dentro de la tienda los dependientes se le quedaban viendo, una chica mas joven que Raul se presto para ayudarle, sin pedirle permiso tomo unas prendas y lo llevo al vestidor. Raúl salió siendo otro, se veía ahora decente, con una camisa blanca, un sweater verde olivo, unos jeans obscuros, tenis y calcetas. Era completamente otro.

- Muchas gracias señorita - le exclamo Raff a la señorita.
- Para eso estamos - respondió ella
- Perfecto, ahora que sabes su talla te encargo que le hagas un guardaropa casual y lo mandes a su domicilio - contesto Raff.
- ¿Cuanto desea gastar? - Pregunto ella.
- Tiene carta abierta - repuso él. - Ahora joven debo llevarlo a que le corten el cabello - dirigiéndose al joven Raúl. - Desea ir en el auto joven, la barbería esta a una calle, ya se le agendo su cita - pregunto el chofer.
- No, vayamos caminando - repuso el joven.

Mientras caminaban se percato que Raff no parecía ser el típico chofer, sabía comportarse y vestía como un ejecutivo, pero había algo en él que no cuadraba, su tez morena, su barba y cejas pobladas no daban indicios que fuera mexicano, además tenía un acento que lo marcaba, aún teniendo un perfecto español. No tardaron en llegar a la barbería y como la vez anterior Raff no dejo que el joven hablara, le indico a la recepcionista que requerían un servicio completo, algo le dijo a la chica y esta fue directamente con un señor que denotaba bastante experiencia. Sentaron a Raúl y sin decir nada, el barbero comenzó a trabajar. De traer su cabello casi a los hombros, lo recorto casi a la base, mientras hacía esto, la recepcionista le puso una toalla húmeda en el rostro y le pidió que pusiera sus manos en los estribos para comenzar la manicura. Raúl no sabía que pasaba, nunca lo habían tratado de esa manera, después de acabar con sus manos, le retiraron la toalla y comenzaron a cortar su barba, no dejaron nada de aquella barba larga que ya cargaba, le limpiaron su rostro y le agradecieron su visita. Cuando lo vio Raff se sorprendió había cambiado totalmente, de parecer un mendigo ahora era alguien distinto.

- Aproveche mientras estaba ocupado joven para ir por su celular - dijo Raff entregándoselo.
- ¿Por qué Raff? - pregunto Raúl.
- Son ordenes del señor - repuso Raff - Por cierto joven se ve mejor así, ahora debemos irnos porque lo espera el señor para comer, su guardaropa ya esta en la casa - decía Raff mientras le habría la puerta para que salieran de la barbería.
- No pregunte eso Raff, te pregunto el por qué me están tratando así - pregunto Raúl viendo a Raff a los ojos.
- No tengo permiso para decir nada, no pregunte - respondió Raff con su ya típica sonrisa - Ahora debemos regresar joven - señalando al auto.

Durante el trayecto a la casa, Raúl no dijo nada, sinceramente no quería que acabara y Raff fue muy claro al decirle que él no diría nada, solo se dedico a observar el camino hasta que llegaron. Cuando estaba por bajar Luzbel le abrió la puerta del auto, desconcertando a Raff.

- Acompáñame - Dijo Luzbel.
- Claro - respondió Raúl bajando rápidamente del auto.

Luzbel se limito a decir algo hasta que entraron a un jardín, siguiéndolo de cerca Raúl. El caminar de Luzbel con la espalda recta, mirando al horizonte, despacio pero sin ir lerdo, El joven se percato que el señor nunca estaba desalineado, ninguna arruga tenía marcada su ropa y olía bien. Caminaron por pocos minutos hasta llegar a una mesa que daba un pequeño lago.

- Muy pocas personas merecen una segunda oportunidad, tú eres una de esas pocas, sé que tienes dudas y poco a poco se resolverán - Dijo Luzbel viendo a Raúl a los ojos - Solo te pido que siempre estés en el momento que te necesite, poco a poco te reveleré quien soy y porque te he elegido a ti para ser mi sucesor - finalizo volviendo a mirar el lago.
- No tengo ningún problema en dejarme guiar y agradezco este nuevo comienzo - Respondió el joven - Bien dicho, ahora ve a comer - le decía mientras se retiraba del lugar - Por cierto, mañana partes a Italia a estudiar - dejándose perder entre el jardín.  

sábado, 23 de abril de 2016

Capitulo 1... Renacer

Ya llevaba una semana durmiendo en la calle, solo y sin que nadie pudiera saber de él, vagaba por el centro de la ciudad, apenas tenía para vivir. Había decidido alejarse de su familia, su vida transcurría de fiesta en fiesta y de botella en botella. Lo único que tenía en sus bolsillo era una cajetilla de cigarros baratos y un pedazo de pan. Estaba dispuesto a pasar otra noche en aquella banca del centro, cuando vio pasar a una pareja, ocultándose entre unos arboles les salto de sorpresa amenazando a esta pareja, los despojo del bolso de ella y se fue corriendo a un callejón saco lo que encontró en el bolso. Unos cuantos pesos que le servirían para poder pagar un cuarto y un celular que vendería al día siguiente, camino unas cuadra, se dirigió a una vinatería compro el tequila mas barato y fue a un hostal donde entraban las prostitutas baratas del centro.

- Me da un cuarto - pregunto en recepción.
- Son 200 pesos la noche - respondió el señor que lo vio con desprecio 
- Esta bien - saco de su bolsillo el dinero, el señor le dio la llave y le dio el numero del cuarto.
- No quiero desmadres - dijo el señor

Aquel joven se encamino a su cuarto, el olor de aquel hostal era insalubre. Entro a la habitación, una cama un pequeño taburete y un baño que parecía que jamás lo habían limpiado sería su hogar por esa noche. Abrió la botella y le dio un trago enorme que le escurrió por el cuello, mientras tragaba aquel vino que le raspaba la garganta, maldecía su vida, maldecía a su madre por tantas mentiras que le había ocultado, maldecía a su padre que jamás estuvo con él. Abrió el cajón del taburete, encontrando una biblia y una navaja. Él solo reía y tomo la navaja, la miraba y dando otro trago mas grande, no lo dudo, se quito las agujetas de sus tenis y se las amarro en sus muñecas, haciendo el primer corte vio como salpico la sangre el piso. Mientras veía como la sangre escurría de su mano se reía de que por fin acabaría su vida, así sin que nadie estuviera ahí presente, se imaginaba como sería para la persona que fuera a sacarlo del cuarto, encontrarlo tirado desangrado y no poder avisarle a nadie ya que no contaba con identificaciones. Cuando se corto la segunda mano el mareo por el alcohol y por la sangre que estaba perdiendo hicieron efecto. Comenzó a vomitar el piso, su cama, comenzó a convulsionarse pero aún no le importaba su vida, su familia, sus amigos, solo quería terminar con todo, olvidarse e irse sin que nadie supiera nada de él. bebiendo la última parte del tequila se dirigió a al baño desmayándose un momento en la regadera empezó a alucinar, lloró pero no desistía, su cuerpo ya estaba por rendirse, haciéndose en sus pantalones. Como pudo se levanto y subió al techo, sabía que ya no había regreso, manchando de sangre por donde pasaba se dispuso a aventarse, sabía que con la sangre que había perdido y la caída no sobreviviría. Puso ambos pies en la orilla, sintiendo el frío del viento que le pegaba en la cara, el alcohol corriendo por su cuerpo y sus venas con ya nada de sangre, se tiro al vacío...

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- Al fin despertaste - dijo un señor sentado a lado de él.
- ¿Dónde estoy? ¿Qué paso? - respondió aquel joven.
- Es lo de menos, lo que importa es que estas vivo o muerto, no sé que sea peor - contesto de nuevo aquel viejo - Estuvo pesada tu noche y no voy a cuestionar tus motivos, pero te tengo un trato... puedes regresar a tu vieja vida de robo, estafa y abandono o puedes dejarte guiar por mi y vengar tus motivos, regresaré en la tarde para que lo pienses - El joven apenas pudo voltear para verlo partir. 

No podía volver completamente en si, el alcohol seguía dentro de su cuerpo pero el rayo del sol comenzaba a molestar, giro su rostro y se vio en la misma banca del centro, un policía malencarado lo levanto con su garrote.

- Levántate hijo de puta y ponte hacer cosas de provecho - exclamo el gordo uniformado
- Ya voy - cuando se incorporó todo el cuerpo le dolía, sus tenis sin agujetas y su pantalón roto decían que algo había ocurrido, como pudo llego a una zona donde se escondían durante el día los drogadictos, alcohólicos que mendigaban en el centro.

No podía recordar que había sucedido, cómo había llegado otra vez a aquella banca, quién era ese señor, por qué seguía vivo. Durante todo el día no dejaba de pensar y su cuerpo se lo recordaba a cada instante, como por instinto reviso sus bolsillo, saco sus cigarros y un billete de poco valor que le serviría para comer ese día. Así paso esas horas tratando de recordar que había pasado pero sin ningún resultado.

- Te ves horrible - dijo Vero, una señora de cincuenta y tantos que había venido de honduras para una vida mejor y lo mejor que le había pasado era seguir viva, desde los quince años se ha dedicado a vender su cuerpo por pocos pesos.
- Si lo sé y se siente peor - respondió él.
- Ven, duerme un poco - acomodándolo entre sus piernas, él volvió a dormir.

Cuando despertó ya comenzaba a oscurecer, mientras dormía Vero le había robado el dinero de su bolsillo y otro le había quitado sus tenis, ya no había porque molestarse solamente se acomodo su sudadera y regreso a la misma banca, viendo que ya no había casi nadie en la plaza, se sentó y espero durante mucho tiempo, no quería volverse a dormir y así sentado volvió a dormir.

- ¿Qué decidiste? - escucho entre sus sueños.
- Acepto - apenas podía oírse su voz.
- Despierta, no tengo todo el tiempo - se repetía en sus sueños. 
- Acepto - reitero mas fuerte - Acepto - esta vez casi lo grita. El señor lo movió para que despertará, el joven por fin despertó y volteo a ver al señor que estaba de frente a él. Vestía con un traje de seda, chaleco y corbata, vio como sus zapatos relucían y como pudo soltó una pequeña sonrisa.
- Así esta bien, levántate y andemos que nos espera Raf - respondió aquél hombre.

Como pudo el joven se levanto y siguió los pasos del viejo, hasta llegar a un coche, donde un tipo esperaba con la puerta abierta para que entrará su jefe. Cuando se subió el hombre Raff le cerro la puerta y con unos excelentes modales le indicó al joven que él debía subir por el otro lado. Ya dentro del auto, el silencio se adueño del ambiente. El muchacho no levantaba la cara, solo comparaba sus tenis rotos con los zapatos del señor.

- A partir de este momento, te olvidarás de tu familia, de tus amigos, de tu vida pasada, no tendrás tu nombre con el cual te bautizaron, serás mi pupilo, te enseñaré modales, te educaré, te inculcaré todo lo que debe saber un hombre, serás mi alumno y no quiero que jamás me cuestiones, no tendrás decisión hasta que hayamos terminado y yo te diré cuando haya pasado eso - rompiendo el silencio el señor.
- Esta bien - contesto el muchacho.
- Raff mañana a primera hora lleva a este joven a comprar un guardaropa y a que le hagan un corte de cabello - Ordenando a su chofer.
- Como lo deseé señor - respondió Raff.

El muchacho no sabía cuando aparco Raff, abriéndoles las puerta para que bajaran, lo que si vio era la enorme casa a la que había llegado.

- Descansa, mañana empezamos - Se despidió el señor - Raff lleva al joven a su habitación - sonriendo a Raff y dando un pequeño golpecito en el hombre se despidió - Por cierto me llamo Luzbel y esta casa será uno de tus tantos hogares - Entrando a su casa y desapareciendo por una puerta.
- El señor nunca descansa, lo llevo a su habitación joven - señalando para donde debían ir. 

Subieron unas escaleras, se encontraron con Tere una señora de entrada edad que le ofreció cenar al joven, Raff le respondió que en un momento le diría que cenaría que lo primero era instalarlo, así siguieron por el pasillo hasta que Raff le mostró su habitación, era mas grande que cualquier habitación a la que había entrado, una cama matrimonial, una pequeña sala, una televisión, fue lo primero que vio, Raff le explico que todo sería de él y que podía disponer de lo que quisiera, le enseñó los botones que servían para llamar a Tere si desea comer algo, a Lucia para que fuera a limpiar su habitación y el botón para llamarlo por si desea ir a algún lugar. Le enseño su guardaropa que no tenía ninguna prenda y su baño. Le dijo que mañana le enseñaría el resto de la casa, que por el momento se diera una ducha y en un momento Tere le subiría un vaso de leche y galletas para que cenara. Raff saco de un cajón una pijama para que pasará la noche, se disculpo por el color y con una sonrisa le reitero que mañana irían por su guardarropa. 

- Lo dejo para que se relaje - con una pequeña inclinación de su rostro de retiro Raff

Ya solo se sentó en su nueva cama un momento, pensaba que estaba viviendo un sueño, veía la habitación y no creía que esto le estuviera sucediendo, se encamino al baño desvistiéndose, cuando se quito la sudadera, vio que sus muñecas tenían aún los cortes que se había hecho, el agua cayendo sobre su cuerpo le recordó los dolores, todo su cuerpo estaba con muestras de heridas, sus muñecas le dolían con delicadeza se limpio todo su cuerpo, viendo como el agua del piso mostraba cambiaba de color, como si jamás se hubiera limpiado, tardo mucho en limpiarse lo hacía con una diligencia que no dejaba parte de su cuerpo sin limpiar. Al salir se vio en el espejo, se le marcaban los huesos de hombros, sus piernas delgadas. Por primera vez se veía tal y como era, una persona demacrada, acabada casi con ventitres años. Si esta era una nueva oportunidad aprovecharía cada momento para no volver a ser el de hace días. Con dolor se puso su pijama, al salir vio sobre la mesa de la pequeña sala que tenía un vaso de leche y tres galletas, junto con una nota que decía "Y sin embargo estas aquí resucitando... Bienvenido"



miércoles, 30 de marzo de 2016

café

Al llegar a su casa, Sen saco sus cosas de su bolsa y se asomo la tarjeta que le había dado Raúl, - ¿Por qué hasta ahora Raúl? - y le dio un pequeño beso y la dejo de nuevo sobre la mesa, "Un lugar de la Mancha. Montes Urales #32, martes 30 de marzo 8:00 pm." leyó en la parte trasera de la tarjeta que había soltado de nuevo. - ¡Es hoy! debo ir, ya quede con él - pensaba en voz alta - pero realmente no puedo, no puedo ir, que pensará Sebastian, ¿Qué le diré? Bueno, es mejor inventar algo y terminar de una vez con todo a Raúl - Estaba decidida, aventó toda su ropa y se fue a su dormitorio, sacaba blusas pero no le gustaba como le quedaban, se vestía y desvestía, nada le agradaba... Lo hacía de una manera inconsciente como queriendo dar una buena impresión, quería que él la viera radiante, como si nada le afectara y todo corriera perfecto, pero no se decía por nada, la blusa azul no le agradaba tanto le recordaba ciertas cosas, la verde se la había regalado Sebastian y no la usaría en ese momento. Opto por lo mas sencillo una blusa blanca, un sweater beige y unos jeans, salió corriendo a parar un taxi, dándole la dirección al chofer se dirigieron a la cita.

- ¿Por qué tan nerviosa señorita? - pregunto el taxista viéndola desde el retrovisor. 
- Por nada señor, viejos fantasmas que regresan a moverme el piso - respondió Sen soltando una cara de tanta ternura que el taxista solo pudo sonreír, durante un tiempo el viaje fue silencio, no obstante en los pensamientos de la Srta. Mendieta. Pensaba que lo mejor era no haberse subido al taxi y le llegaba otro pensamiento que lo mejor será enfrentar a Raúl y poner todo en claro, pero su corazón valiente se ponía cobarde.
- Debe tenerle mas miedo a los vivos señorita, los fantasmas no hacen daño - le dijo el señor a Sen, cuando ella estaba a punto de decirle que mejor la llevará de nuevo a casa.
- Disculpe, no le escuche - respondió ella apenada.
- Señorita, le decía que debe tenerle miedo a los vivos, los fantasmas no hacen daño y suelen perderse durante años, le recomiendo que lo enfrente... - le volvía a decir a Sen - Si quiere puedo esperarla y asegurarme que todo salga bien - En un tono preocupado el señor se ponía a sus órdenes.
- No es necesario, conozco a esta persona y sé que no pasará nada - respondió ella. 

Pareciera que algo estaba conspirando para que llegará a tiempo, pues no hubo nada de transito y llegaron justo quince minutos antes de la hora.

- Cuídese mucho, son 170 pesos - se despedía el chofer.
- Gracias - respondió ella pagando, cuando salió no sin antes preguntarle al chofer si era correcta la dirección, él sonrió y le señalo una casa estilo europeo, solo veía carros de lujos estacionados. Como si fuera extranjera, Sen le pregunto a un tipo que estaba acomodando un auto por el café, el chico la acompaño a la recepción y ahí ella pregunto por Raúl. La hostess la guió a la parte trasera de la casa, donde no había mas de 5 mesas. Ella lo reconoció estaba de espaldas, de traje , junto a un señor de mucha mas edad que él, delgado y de unos ojos azules.

- Disculpe, ya llego su cita señor de la Roca - interrumpió la hostess la conversación.
- Perfecto - levantándose ambos caballeros para cederle el asiento a Sen.
- ¡Vine! - fue lo único que salió de la boca de Sen junto a una sonrisa.
- Te dejo, mañana seguimos con esto. Señorita - le decía el señor a Raúl, con una pequeña sonrisa y un gesto de amabilidad se retiro.
- Me da gusto que hayas venido - la alegría no podía ocultarla, acercándose para darle un beso... como costumbre de dos días a la fecha, Sen se giro para que fuera en la mejilla. - por favor siéntate - le pidió Raúl. - ¿Que quieres pedir? el Vienés y el pastel de zanahoria son una delicia - le recomendó.
- No tengo mucho tiempo... - secamente le respondió.
- Ok, pediré dos, ¿Te agrada? - le dijo ignorándola.
- Me estoy dado cuenta que siempre haces lo que tú quieres - cada momento en la cabeza de Sen, se lamentaba el haber ido y su rostro lo reflejaba.
- Te pedí dos horas y si estas aquí vamos a gozarlas, no quiero que pongas esa cara larga - Raúl le decía mirándola a los ojos, cuando vio al mesero le pidió el café y el pastel para ella y para él.
- Raúl, debo decirte algo - decía con una voz muy suave Sen.
- ¿Que estas comprometida? Ya lo sabía y que él se llama Sebastian, también lo sé. Lo que no sé es ¿por qué lo harás? - respondió Raúl sin dejarle tiempo de decir una sola palabra, la respuesta de Raúl fue tan directa que hizo que Sen volteara a todos lados para saber si alguien la espiaba, por instinto saco su celular del bolso y lo dejo en la mesa, momento que Raúl aprovecho para tomar su mano. - Pensé que jamás te volvería a ver, no sé por qué huyes de mi encuentro o por qué te dio tanto miedo el venir - tomando su mano con las de él.
- ¿Cómo sabes todo eso? - pregunto ella.
- Tengo mis contactos - le respondió sin soltar la mano y ella no le importo tanto tener la suya entre las de él.
- No puedo verte mas y te pido que no me vuelvas a buscarme, estoy comprometida y estoy a pocos meses de mi boda - solamente lo pudo decir después de un gran suspiro. Cuando estaba por proseguir, llego el mesero con los platillos - ¡Que rápido es el servicio aquí! - quitándole lo que iba a decir.
- Prueba, prueba, esta delicioso - le dijo Raúl. Con una pesadez ella partió un pedacito del pastel y se lo llevo a la boca, sus ojos se hicieron enormes.
- Esta delicioso, de verdad lo esta - respondió Sen con una felicidad que Raúl no conocía.
- Te lo dije - sonriendo.
- Bueno, ¿Qué has hecho? Cuando te conocí no eras así, has cambiado y mucho - dijo mientras partía otro pedacito del pastel.
- Creo que madure, me dedique a prepararme, a crecer como persona - respondió él. - Sen, cuando te vi en el supermercado, volví a sentir algo que sentí durante el tiempo que estudiamos juntos - era la primera vez que Sen veía a Raúl con un rostro que no mostraba seguridad. - toda la escuela estuve enamorado de ti, a escondidas te hacía cartas de amor y las guardaba en mi cajón, esperando que algún día las leyeras. - quitando la mano que todavía tenía junto a la de ella.
- jamás supe eso... - respondió ella, cuando estaba por preguntar algo, sonó su celular "Sebastian" - Debo contestar - repuso, levantándose para responder. Él solo le confirmo con un gesto, mientras ella hablaba el siguió comiendo el pastel.
- Debo irme, lo siento - dijo Sen apenada por el momento.
- ¿Quieres que te lleve? - pregunto mientras se paraba.
- No, como crees, no es buena idea - repuso ella.
- Entonces que te lleve Edmundo y no aceptaré un no - exclamo Raúl, acompañándola a la recepción, de ahí le marco a Edmundo que no tardo mucho en llegar. ambos se acercaron al coche y antes de cerrarle la puerta le robo un beso, ella le respondió con una bofetada una muy suave. - Lleva a la señorita a donde te pida - y cerro la puerta.  

lunes, 28 de marzo de 2016

Búsqueda.

Apenas tuvo en sus manos la dirección de aquella escuela. Lo único que tenía para volver a verla o saber sobre ella. Salió disparado de la oficina sin pensar en mas. Llego en menos tiempo, contando que la ciudad era enorme y aquél jardín de niños no estaba para nada cerca de las zonas que él frecuentaba. Llego justo a las 11 am, toco el timbre, saliendo un señor de bastante entrada edad.

- ¿Se le ofrece algo? - Dijo de forma directa pero sin llegar a ser grosero.
- Si, quiero inscribir a mi hijo - respondiendo lo primero que se le vino a la mente.
- Pase, la dirección esta a la derecha - respondió el que después se supo era el conserje de la escuela.
- Gracias - se acomodo el saco y las mangas de su camisa y se dirigió a la oficina.

El pasillo que tenía que recorrer estaba decorado por pinturas de niños, recomendaciones para los padres y toda clase de señalamientos para que los niños y sus padres convivan con mayor alegría. De la nada salió una señorita delgada con lentes y muchos libros.

- Puedo ayudarle, debo ir a la dirección pero no sé donde esta - pregunto Raúl
- por favor, yo también voy a la dirección - dejándole unos libros y ambos caminaron los últimos metros para llegar a la dirección.
- Mire la puerta del fondo es de la directora Mercedes - señalo otro pasillo que debía recorrer para poder llegar. Él aún no sabía que diría, ya había dicho que inscribiría a su hijo y no tenía hijo. Ahora iría a ver la directora y no sabía que escusa usar, sin mas toco la puerta y al oír que podía pasar abrió la puerta.

- ¿En que puedo servirle señor? - Pregunto la directora, una mujer rellena de y de cara de pocos amigos.
- Le seré franco, porque odio irme por la tangente, vengo a buscar a una persona, ¿No sé si labora aquí? ella es una excompañera y estoy buscando reunir a todos - Respondió Raúl, mientras se acomodaba en la silla enfrente del escritorio de la directora.
- ¿Y quien es su excompañera? - Pregunto la directora.
- Se llama Sen Mendieta - Respondió
- Si efectivamente aquí trabaja con nosotros la miss Sen, le pediré una identificación para poder llevársela y pueda decirnos si puede recibirlo - dijo la directora, recibiendo la identificación de Raúl. - De la Roca, Raul, tiene nombre de novela - dijo sacando una pequeña sonrisa. - Permítame iré personalmente, usted puede esperar afuera - Ella se levanto de su escritorio y con un pequeño cojeo acompaño a Raúl hasta una banquito en el pasillo, quedándose sentado junto Miguelito, Pablito y Marianita, tres pequeños que estaban esperando a que la enfermera los atienda ya que tuvieron un pequeño altercado en el receso.

El tiempo parecía que eterno, Raúl llego a pensar que si la directora no estuviera cojeando sería  mas rápido, pero se distraía checando su celular, entre sus correos y mensajes y una llamada de Gabriela el tiempo se pudo hacer mas ligero, él estaba por irse cuando vio que regresaba la directora.

- Dice que si lo conoce pero...  - callando un poco la directora.
- ¿Pero? - prosiguió Raúl.
- Pero que la espere porque está en un taller y se desocupa en 15 minutos. - termino de decir la directora.
- Mil gracias - la cara de Raúl se ilumino y agradeció volviendo a acompañar a la directora a su oficina.

- Dijo que si - Les decía a sus nuevos amigos con un guiño y una sonrisa.

Las señoritas de la oficina, no dejaban de verlo y de decirse cosas entre ellas. Raúl se acerco a una señorita que estaba en la entrada y le dijo que venía a ver a la miss Sen Mendieta y que esperaría abajo, regreso al pasillo para ver los dibujos que había visto antes, estando ahí se puso a ver cada dibujo que estaba pegado ahí, le ponía bastante interés a los colores vivos que usaban los niños, se detenía en cada pintura tratando de entender el significado de cada uno.

- Cada ocurrencia que hacen - dijo una voz femenina con un rasgueo que le fue muy familiar a Raúl.
- Todo tiene un significado - respondió el volteando a verla, sus ojos se abrieron.
- No sé si debería enojarme por que me acechas o sentirme alagada por tu insistencia - dijo cambiando su tono.
- Dejemos que sea lo último - respondió Raúl, acercándose para saludarla. Ella volteo el rostro para que el beso sea únicamente en la mejilla.
- ¿Qué haces aquí? - pregunto Sen.
- Vine a verte y a entregarte esto - sacando de su saco una tarjeta. Ella la recibió "Quiero salir contigo a tomar un café"
- No puedo Raúl, lo siento - respondió ella bajando su rosto.
- Mira, no quiero ocasionarte algún problema, solo quiero ir a tomar un cafe, saber que has hecho, como te ha ido, saber de ti - le decía Raúl mientras le levantaba su rostro con su mano y con la izquierda le tomaba la mano que ocasiono un choque eléctrico que hizo que ambos se vieran a los ojos.
- Ok, solo un café Raúl - dijo ella.
- Si solo será un café - respondió