Desde que se mudo a esta ciudad Raúl, nunca se había percatado de sus vecinos, ni le interesaba conocerlos.Una tarde, como cualquier otra, llego a su casa y como de costumbre se quedaba en su auto un tiempo, paa fumarse un cigarro o checar su celular, fue cuando vió llegar a una mujer, quien se estaciono a un costado de él, maldiciendo bajo de su coche, abrio el capo y seguía maldiciendo. Como no queriendo involucrase, se acerco.
- ¿Puedo apoyarla? - pregunto.
- ¿Sabes algo de coches? - respondió algo incrédula.
- La verdad no, pero puedo marcarle a un amigo que si sabe - y sin pedir permiso lo hizo, "el amigo" quedo en llegar en un momento.
- Gracias... pero no tengo para pagar un mecánico en este momento - repuso ella.
- Los favores no se cobran - dijo sin aún mirarla - Me dice que llegará en unos minutos, ¿Gustas un café mientras llega?, por cierto soy Raúl - estirandole la mano.
- Muchas gracias Raúl, son Sophia. - dijo sonriéndole - me agrada la idea del café.
Ambos pasaron por el pasillo que los llevaba al edificio, el silecio de el y sin dejar de ver su celular, le era incomodo a Sophia, pero al fin llegaron al departamento de él. La invito a pasar, Zeus y Sansón sus perros, le dieron la bienvenida. Tomando asiento en el sofá que tenía frente a la cocina. En ese momento fue cuando se fijo quien era ella, su figura delgada contrastaba con el enorme sofá en el que se había sentado, sus ojos cafés, mirando a su alrededor como investigando quien era su "vecino", su cabello negro y largo. La forma de vestir de aquella mujer le recordaba a alguien.
- ¿No sabía que tenías perros? - Dijo ella.
- ¿Cómo lo tomas? - Pregunto sin dar mas rodeos.
- Co lo prepares tú, así lo quiero... ¿Haz viajado mucho o donde has comprado esas fotografías? - pregunto Sophia.
- Si, son mis mejores amigos... viajaba mas antes, ahora tengo otros proyectos - respondió él mientras le entregaba su taza de café.
- Ven, te mostrare - Le indico.
Caminaron un poco hasta una pared donde había varias imagenes y fotografías en blanco y negro y le iba diciendo donde las había tomado y el motivo por el cual estaban colgadas ahí. En medio de la pared había un boleto de avión enmarcado en un cuadro de cristal.
- ¿Fuiste a Bogotá?, ¿Por qué lo tienes enmarcado? - pregunto ella.
- Haces demasiadas preguntas, ¿No crees? - y sin darle mas importancia. Le explico las demás imagenes que tenía en la pared, hasta que sonó su celular indicándole que el mecánico se encontraba abajo, ambos bajaron dejando las tazas sobre la mesa.
En el estacionamiento y ya con el mecánico, se dispusieron a arregalar el coche. Tomándola del hombro Raúl se disculpo, porque tenía pendientes que realizar, no antes sin avisarle a José que le avisará cuanto sería y se retiro.
Algunas horas después tocaron a la puerta. Al abrir, se encontro con su vecina, ella le agradecio por lo que había hecho y le dijo que ella viviá en el piso 3. Él solo sonrió y ella se fue. Pasaron los días y la relación no cambio demasiado, un hola y un adiós era la conversación que tenían cada vez que se veían.Una noche en la que él regresaba de uncompromiso vio como salía otro señor y sin darle importacia se dirigió a su departamento. En el pasillo estaba ella, ya no recordaba su nombre. Pero la forma en que estaba significaba que no la estaba pasando bien. Sentada en la jardinera, las manos en la cara, el cabello caído y sollozando. Raúl volteo a buscar a aquel hombre, pero ya era muy tarde, se había ido. La toco por el hombre y le pregunto si podía ayudar en algo, sin dejar de taparse la cará, le dijo que no con un movimiento de negación.
- Si no te molesta - y saco un cigarro de su saco, sentándose a su lado.
- No deberías fumar - repuso ella.
- No debería hacer miles de cosas, pero las hago - le respondió.
- Quiero agradecerte lo que hiciste por mi el otro día, no tenías que hacerlo y aún así lo hiciste - dijo ella, destapando sus ojos, llenos de lágrimas.
Pensó demasiado lo que haría a continuación y sin saber si sería bueno o no, lo hizo, tomo su mano y ella se dejo guiar, subieron a su departamento. Sin decir nada, puso sus manos en su rostro, limpiando sus lágrimas y la beso... Tenía meses de no salir, ni estar con una mujer. El beso duro lo que duro el elevador al llegar a casa de él. Con delicadeza y cierta fuerza, entraron al departamento, tirando algunas cosas en el camino. Ella le quitaba su abrigo, su bufanda y comenzaba a desabrocharle su camisa. Entre besos ella le confesó que hace tiempo se había fijado en él y nunca podía coincidir con él. No había remordimiento por parte de ambos, él se dedicaba a besarla sin decir nada. Parados uno frente al otro cayeron las ropas, ella titubeo... tapandose sus senos y sexo.
- No creo que este bien esto... - dijo sin levantar la mirada del piso.
- Nada es bueno o malo... Si no estás cómda, puedes irte - respondió él levantando su pequeña carita desde el mentón. Ella poco a poco fue soltándose y con la yemas de sus dedos acariciaba la cintura de él... llegando sus manos a su pecho.
Él recorría con sus manos su espalda y hombros, solo se detenía para mirar su cuerpo y ver como cerraba sus ojos, a pasos pequeño llegaron al sofá, quedando ella sentada y abriendo lentamente sus piernas, invitandolo a seguir el camino, ella abrazaba con sus brazos el cuello de Raúl. de a poco él quedo arriba de ella, la piel de Sophia era delicada, suave y tersa. La tomo de la cintura y comenzó a bajar besando cada rincón de su cuerpo, pasando por su pecho, sus senos, cada centrimetro que bajaba, su cuerpo se contorsionaba y pequeños gemidos salían de sus labios. Solo faltaba su última prenda, aquella pequeña lencería blanca de encajes que Raúl fue bajando. Al despojarla por completo, observo por un momento su desnudes y delicado cuerpo que tenía aquella mujer que apenas conocía. Volvió a fundirse en un beso con Sophia, ella excitada lo besaba en el cuello, en los lóbulos...
Aunque estaba debajo de él, quería ser la dominante... sus manos recorrían el cuerpo de él, una mano buscaba desesperadamente su miembro y la otra acaribiaba su cuerpo. Sus piernas fueron abrazando su cuerpo y en un momento guió el pene de su compañero a su vagina, lentamente penetrada, con un pequeño gemido esta fusión se había concretado. Así estuvieron unos minutos.
Raúl se separo un poco, volteándola con sus manos en sus nalgas. Ella frágil, obedecía ciegamente a sus órdenes, que sin decir palabra alguna, sabía hacía donde iría y que quería él.
La acomodo sobre el sofá, él se dedico a besar su espalda, besaba cada pedazo de la piel que Sophia le ofrecía, llego a sus nalgas, acariciándolas con fuerza pero con una pasión que ella jamás había sentido. Tomo su pelo con una mano y jalándola hacía él, la volvió a penetrar, ahora con un ritmo más rápido. Con gemidos de ella y el bufeo de él, pronto llegaron al orgasmo, hasta terminar sobre ella.
Ambos... terminaron acostados en el sofá, desnudos, sin decir alguna palabra, ella se recosto sobre él y quedo dormida. Raúl decidio dejarla dormir.